domingo, octubre 15, 2006

Te invito a un reto, muerte
En el que sé ambos podemos perder
No sólo por verte, someterte
Sino para averiguar
Sino para averiguar juntos lo que podemos ser

En este instante supremo que me hago tuya
Me deleito con la sonrisa de conocer el peligro
que mueno, que influya
y nuevas vértebras desconocidas de la aurora

las vidas se jactan de esta debilidad tan grande
de odiarnos tanto, de buscar un arte
un arte que se llame arte, que no siente
que no muere, y la vida de eso se divierte

desgárrame muerte, la piel que esta vida envenena
no es culpa de la vida, lo sé, pero nada que hacer
frente al miedo, la tristeza, lo corriente
que corroe los sueños, las reglas invitando
a no quererte

cumplo, cumplo, cumplo, con el recuerdo
la agenda, las citas, los juegos
domados todos a la retina del hielo
me desahoga y caigo al suelo, por lo nuevo

no cumplo con las promesas que obliga el tiempo
pero la culpa tira boletas
suena el teléfono y me grita ¡luego!
En fin, se piden disculpas
Y el registro regresa al cuerpo

jueves, octubre 12, 2006

Aplausos!!



No pido disculpas por odiar estas palabras vacuas
Mi mediada, mi calibre
Es el del una herida sin dimensiones ni reconocimientos

Mi llanto se pudre por (preposición)
Porqué, porqué
Más (advervio) no lo sé

Lanzas unas líneas y se hacen enormes
Sólo pones en sus caras
Las mentiras que les gustan, las verdades que les molestan
Recorren la hoja en zigzageo

busco, sinalefa sin sentido
que no sea octosílabo
que no baje del nivel
y nadie discute nada…
nosotros sabemos

te dan tu trofeo
te escupen en la cara (coronado caballero) con bendición
ellos lo saben, yo
lo olvidé, prioricé
datos necesarios
las pastillas de la noche
la clave del mail
el fono del reality
Las calles inexistentes de mis admidores secretos

Lentamente te arrastras como una culebra
Y te adaptas
Ser serio, en serio
Intelectual, inventar algo confunso
Cara de descubrimiento
Oh!

Tema trillado, sufrimieto marginado
Ira- amor
Pero inventas…
Y dejas de ser humano

Tu pluma se debe deprimir
Más que tú por su vida miserable
“PORQUÉ SOY UN BIC, PORQUÉ NO SOY UN PARKER”
Y la impresora te ve deambular
Se pregunta si el zombie frente al computador
Sabrá que lo que escribe es una mierda.

Mierda, el último desecho de ti
Eso les dejas… y es célebre
No sientes, cuentas las sílabas
Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis…
Siete
Crees que me conmueves.
Foto: El sillón de la fama!! jaja. Estreno obra 'HAMBRE' 11 de octubre. Nótese los ojos diabólicos

martes, octubre 03, 2006

Semana de Letras... EL SHOW


El Show (ad memoriam CEL 2005)
En general estas cosas no pasan en pueblos chicos. Cuando la gente supo que venía la señora soprano quedó el manso despelote y todas las viejas cuicas corrían a la peluquería, a depilarse y a intercambiar ropa con sus amigas. Los huasos empezaron a matar novillos como locos de la cabeza “pa’ la celebración de despuéh” decían. Además todos comentaban que “la señora soprano era re guena pa’l diente” así que no había que escatimar en gastos. Nosotros y mis amigos tuvimos que arreglar todo el auditorio que en verdad era un galpón de tablones mohosos que ya se caía a pedazos. Evidentemente la señora soprano no podía presentarse en un escenario tan ordinario, nos argumentaba nuestro profesor de música. Era un viejo bajito y paliducho que había enseñado por años las mismas cosas, a unos alumnos de escuela rural que ni lo pescaban. Por eso cuando al alcalde se le notificó la venida de la señora soprano inmediatamente mando a llamar al que, en teoría, tenía más conocimientos musicales del pueblo: el profe. Así que ahora, como estaba encargado de toda la recepción y estadía de la señora soprano andaba todo cocoroco por las calles, vestido con ropas más raras que nunca, con una varilla en la mano con la que nos manduqueaba, y colorado como tomate de la alegría por su nombramiento de “delegado cultural”.
De todos modos era divertido. Podíamos faltar a clases y escuchar el profe tocar el clarinete que tanto le gustaba. Mientras tanto nosotros reemplazábamos los tablones viejos, armábamos las galerías y colocábamos “el mantel” o sea, el tremendo telón con cuadritos y buelos blancos que Doña Carlota había preparado para la ocasión. Ahí el viejo nos contaba sus historias (que no eran muchas). Una vez había ido al teatro municipal a ver un concierto donde tocaban Verdi. “¿Le tocaban al verde profe?” preguntábamos y se enojaba tanto que una vez hasta nos tiró el clarinete por la cabeza y le dejó un cototo al Felipe, que su mamá le fue a gritonear al profe a la puerta de la casa despertando toda la cuadra.
Para el día en que la señora soprano tenía que llegar todo estaban histéricos. Mi mamá me colocó unos pantalones negros que me apretujaban las piernas y me quedaban cortos, junto con una corbata roja que parecía andar espantando lagartijas. Al Nico la mamá le compró unos zapatos con punta y con un taco tan divertido que le pusimos “Sir Nico”. Parecíamos de otro tiempo... y hasta pensé en la posibilidad de que la señora soprano se subiera al escenario y se pusiera a reír de nuestros disfraces, pero el profe decía que la elegancia era trascendental para estas cosas. Yo creía que lo decía para justificar su propia extravagancia.
Cuando llegamos en la noche, el escenario estaba cubierto de flores blancas que el grupo folklórico había dejado de adorno y la gente se empujaba entre sí para estar más cerca del espectáculo. El profe nos había dejado cuidando la entrada al escenario, como guardias de seguridad. Por los patios que rodeaban al galpón las mujeres cocinaban en sus gigantescas ollas, más pulidas que nunca, todos esos menjunjes que a la gente de ciudad hacen alucinar, produciendo una humareda que podía distinguirse a kilómetros de distancia. Los huasos llegaban en sus caballos pasados a vino barato. “Es que en el campo las celebraciones siempre empiezan antes”, le explicaba el señor alcalde al “manager” de la señora soprano, mientras le ofrecía un navegado.
Se produjo un silencio majestuoso cuando el profe se paró en el escenario y todas las luces se enfocaron en él. Comenzó a presentar a la famosa soprano venida de la capital mientras todos se acomodaban en sus asientos. En el instante en que la señora soprano subió al escenario no faltó el huaso, curado como tagua, que dijo que “la señora estaba buena pa’ la cazuela” produciendo la risa general y el reproche de los que estaban más adelante, pero en el momento en que su voz estruendosa llenó hasta los maizales más lejanos, cada uno de los presentes abrió los ojos como ante un milagro.
Su canto hacía que los perros lloraran y los caballos se arrancaran de sus corrales, pero para el momento en que la frágil estructura que habíamos construido comenzó a despedazarse nadie se movió de su asiento. Al alcalde le calló un foco en la cabeza y la sangre le seguía corriendo por el rostro cuando se puso de pié para aplaudir. Todos estaban hipnotizados por el canto de la señora soprano mientras las tejas se caían y los pilares se desmoronaban. ¡Pero qué canto más bello! De cada nota parecían salir mil rosas y ella se movía por el escenario tal como una cuncuna, arrastrando su largo vestido verde, levantando los brazos, encandilando con su blanco rostro cubierto por el maquillaje.
Cuando comenzó la comilona que precedería el baile, el profe alababa a la señora soprano, mientras una enfermera le vendaba el brazo que se había esguinzado durante el espectáculo. El alcalde se excusaba en el teléfono de estar en el hospital por culpa de ese maldito foco que le había dejado un “tec”, y aunque nadie sabía que era eso, la señora soprano comprendió perfectamente y todos se dieron por entendidos.
Lo único malo del día fue que a mí, al Nico y el Felipe nos dejaron limpiando los escombros, porque “no era educado dejar toda esa cochinada con visitas tan ilustres” decía el profe, así que nos quedamos sin choripan, ni coca cola. Terminamos juntando en un rincón los tablones resquebrajados, mientras por los pasillos corrían los paramédicos llevando a los heridos. Durante los meses siguientes todos comentaron el éxito del espectáculo.

lunes, octubre 02, 2006

Arôme á mort



- Vous parlez francois?
- No sé que dice el caballero

Ambos se observan y el tipo de uniforme azul se levanta de la silla para cedérsela al de uniforme verde… que tiene menos estrellas claro.
- Mire señora – le acerca suavemente una taza de té- su hijo está muerto.
- Eso lo sé caballero – acierta tranquila.
- Dicen que usted…
- ¿Lo maté?
- Sí
- No, no tuve que hacerlo yo.
- Pero entonces quería hacerlo
- En esta vida sólo Dios sabe porque nos toca lo que nos toca.
- ¿Usted mandó a alguien para matarlo?
- No pues, ella viene solita, siempre vino solita.
- Quién señora.
- La carito pues… ¿sabe? Yo nunca tuve una niñita, entonces ella era como una hija, tan pequeñita y delgadita.
- ¿y dónde está ella señora?
- ¡Dónde va a estar pues, hombre grosero! ¡En el reino de nuestro señor!

El policía de verde sale del cuarto mientras el de azul observa a la mujer desde la esquina, “Vieja mentirosa”, piensa. La mira fijamente pensando en que nada de lo que él piensa ella podría entenderlo, ni aunque lo dijera en voz alta, y que eso no es malo, es una ventaja para ella, la muy descarada que mata a su hijo y luego hace como si nada.

- Señora, tengo un examen aquí que dice la causa de muerte de su hijo- dice el policía de verde entrando raudamente a la oscura salita.
- Me gustaría entonces saber que le pasó a mi Eduardito, ya que estaba muy sano y de un cataplúm se desmayó mientras tomábamos once.
- Su hijo fue envenenado.

Hay una torre llamada Eifel al final del camino que me gustaría mostrarte, la dibujé en mi cuaderno para que la reconozcas cuando estemos allá.
Y hay unos campos llenos de flores que te van a encantar Carola, ese olor agridulce a las flores de tu perfume, ese perfume que te embetuna tu mamá… tu sabes que me carga ese olor Carola, pero no importa, porque allá es todo tan grande que los olores vuelan y no molestan, y yo quiero volar contigo, sólo contigo.
No, no quiero ir a tomar el tesito con mi mamá, no sé porqué tanto afán por cuidar a mi mamita como si ella no se pudiera mover… si somos cabros chicos, no la podís cuidar… ¡no está sola mi mamita, me tiene a mí! Ay… estornudos, demonios, Carola, luz roja ¡suéltame!

- Y estornudó mi niñito, tan fuerte. Empujó a la Carolita a la calle y la atropellaron. La atropelló un camión gigante, yo le juro que vi todo desde la ventana porque ella tenía razón, los estaba esperando para tomar oncecita después del colegio…
Mi niñita… yo creo que ni su madre lloró tanto por ella como yo, ¡y el Eduardito! ¿era su primer amor sabe? Esa alergia maldita que la heredó de su padre, que en paz descanse… también.
- ¿Ahora la vieja se te pone a llorar verdad? Le pregunta el policía de azul al de verde en francés.
- Yo le dije al Eduardito que a mí no me gustaban los aviones pero él insistió tanto que yo tenía que conocer París, porque París era la ciudad de sus sueños, que la conociera en nombre de la Carolita… pero yo tenía miedo, ¿entiende por qué tenía miedo?

¿A qué le temes?
¿A ti?
¿Desde cuándo?
¿Desde que me fui?
¿No será desde que me fui?
Acá las cuadras son más anchas… caminas mejor entonces, ¿qué paradoja no?
No, camino apretado, siempre me escapo de la gente, de tocarlos.
¿Y qué tiene la gente?
No es lo que tiene loca
¿Entonces lo que le falta?
Sí… tú les faltas. Pero tú ya no caminas por la vereda, caminas por la calle.
No seas llorón Eduardo, cruza, apriétame fuerte, tu madre nos mira.

Había una luz gigante sobre mí. Eran tus ojos, y los de ella, tan fraternales, complacientes, compadecientes…
Estornudo, estornudo, estornudo; eres una maldita cuando estás y una lambadita cuando no. Una línea amarilla y otra, tres, cuatro, cinco, seis… estornudo, y te ruego que me sueltes para detener mi pavor, ya la transpiración de mi mano te quiere dejar caer.
Esa es tu vieja Eulalia que te mete wevadas en la cabeza.

- Y nos sentamos en un cafecito cerca del hotel. Mientras él iba al baño yo pedí tesito de hierbas para los dos. Con nutrasweet lo tomó él, y estaba feliz, tan feliz.

Sin mí Carola, no eres nada. Y no quieres quedarte coja y me usas, sosa, osa malosa, no llores como sino supieras que cuándo tu pétalo cae es la distancia que te llama… que me llama ahora.

- Llama a extranjería- le dijo el policía de verde al de azul- té de jazmín weón… ¿te lo podís imaginar?

(*) Desde el título y todo lo escrito en francés es puro chamullo, pero al menos sonaba bien... son los restos de mis clases de francés en séptimo y octavo básico.

2X1


La mujer abrió la puerta con escoba en mano. El hombre aún yacía dormitando la borrachera. Pero ya era temprano, era hora de hacer el aseo del cuarto y sacarlo... al menos por hoy. Cliente frecuente frecuentaba a muchas y distintas, como jugando una mano de póker las escogía según su ánimo, y ella en silencio observaba, pues le pagaban para hacerlo, una miseria, pero le pagaban. Comenzaba a levantar unas toallas en el baño cuando lo escuchó quejarse, y llamarla, ¿a ella?, sí, el llamaba a la mujer que estaba en el baño, fuera quien fuera. Se asomó lentamente rogándole a dios que se hubiera puesto la ropa, porque qué asco señor este tipo, y lo vió de pié esperándola. Se acercó suavemente a ella como si fueran complices, como si se conocieran, ¿se conocían?, le habló como si se hubieran visto antes ¿se habían visto? y ella pensó que sí, pero que él no lo sabía. No la trató como a una extraña, la abrazó, la beso, y ella impávida, fría, conteniendo la risa, se quedó quietecita, luego él sacó su billetera, le dió la mano masculinamente y se fue. Le había dejado su buena propina descansando en su palma, y pensó 'estúpido borracho, hoy pagaste 2x1" y recordó como vió salir temprano en la madrugada a la señorita que acompañaba al señor contando los billetes de su victoria... 'ni me moví de mi escritorio' pensó, y se puso a sacar las sábanas llenas de sudor mientras pensaba en el pobre tipo que venía al motel todas las noches y que en su decadencia ya no distinguía entre su puta y la chica del aseo.

No selecciones del fotolog...


Tengo una imagen en que empaño el lente y mi vista se nubla. Tengo esta imagen recurrente, cuando me saco los lentes, cuando me levanto, cuando ya estoy cansada y cierro mis ojos. Sin embargo, se aparecen estas imágenes simples y bellas que lo hacen todo más claro, que reafirman mi debilucha afición a la vida y me recuerdan que, aunque sea muy cliché, la felicidad no está a la vuelta de la esquina, sino aquí mismo, en uno. Buen trabajo nos dió la vida: ser felices. I'm on it.

Welcome como se debe...


Enraizada a la imagen de lo que fué, sobreviví y hoy me desato a tientas, entre los rincones, de mis cuerpos. Sin embargo, algo aún mantiene los retazos de mis pensamientos en espera... y en espera... Mientras tanto, voy capturándote en tus horas, saboreando con gracia cada espacio, cada tiempo, cada alma regalada... Bienvenidos :) Puik!